MATIAS SAPEGNO
La contribución para salvar una especie
El periodista y realizador es autor del “El águila que llora”, una historia contada en cercanías de Árbol Solo sobre un ave rapaz en peligro de extinción. “Haber ido allá fue una manera de conocer La Pampa, que tiene muchas cosas para ser contadas. Estamos hechos si sabemos que nuestro aporte ha servido”.
“I want the fama” me dice Matías Sapegno con esas ocurrencias que suele tener cada vez que nos encontramos, por mail o en vivo.
Son códigos que en la secundaria no tenía, pero que el mundo globalizado le dio en este camino.
Cuando teníamos 15 años, en el colegio de la Universidad, Matías solía hablar de aviones de la segunda guerra mundial y de rugby, dos cuestiones antagónicas que dominaba a la perfección. De aviones mucho no sabía, pero sí admirábamos a Serafín Dengra, una especie de agitador con causa por ser el primer jugador Puma en romper la barrera del amateurismo que reinaba en Argentina.Nuestros caminos se bifurcaron pero nos volvimos a encontrar un rato más tarde. Cada cual con sus cosas y en su mundo. Matías es padre de dos hijos, está casado con Carola Di Nardo y transpira ideas a borbotones, aunque no las haga públicas.Estudió producción y dirección de radio y televisión en el ISER y periodismo en TEA y como todo argentino común pasó por distintas oficinas hasta poder encontrar su lugar en el mundo.
Escribió un par de libros (“Biografías pampeanas” y “Treinta líneas”), trabajó en agencias de noticias nacionales y decidió regresar a casa, su casa, convencido de que aquí a los talentos también se les puede sacar punta, como un lápiz negro para que el trazo sea limpio.Junto a José Hernán Sarasola enviaron un guión al concurso “Veamos”, impulsado por la Subsecretaría de Cultura de la Provincia de La Pampa, que logró el segundo puesto en la categoría documental.“El águila que llora”, título del documental, ya vuela por el mundo. Y es, definitivamente, un aporte directo a la conservación de una especie en peligro de extinción. Así parecen haberlo entendido los guionistas y realizadores, como cada uno de los que fueron parte del proyecto audiovisual, desde el narrador y autor de la canción, Juani de Pian, hasta los integrantes del CECARA (Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina).
“Invito yo el café”, le dije a Matías. La mañana luce londinense, aunque fresca. El cielo abrió su enorme telón gris y apenas falta esa bruma para imaginar que estamos cerca del Buckingham Palace o del London Bridge. Pero son imágenes que podemos ver por fotos, las que tenemos dentro del café al alcance de nuestros ojos y manos son las de la Tienda Galver y el Banco de La Pampa. Eso nos conforma.
Es un escenario ideal para charlar del documental y sacarle el jugo a un joven que pisa con insistencia en los medios domésticos desde su video, hasta su editorial De la Travesía y su blog pobresideas. Matías -no voy a tomarme el arresto de hacer una biografía que sea una marca registrada- es decididamente un personaje de los medios, un veterano novato en Santa Rosa que comienza a volcar la frescura en cosas y sus ricas ideas.
La carta de presentación más fuerte, después de Biografías pampeanas, es “El águila”. “Con los medios que teníamos, y más tratándose de un ave muy difícil de hallar, estamos muy satisfechos” -me confiesa, ahora en una posición corporativa y después de comer una de las cuatro medialunas que pidió para acompañar el cortado en jarra.
- Lo importante del trabajo es que se habla de un ave en peligro de extinción y que está en La Pampa.
- Claro. No sé cuántas habrá, pero no son muchas.
- ¿Cómo nació lo de hacer algo documentado?
- Yo había hecho la página del CECARA. Ahí conocí, cuando me mandaron la información, que existía el águila coronada entre una variedad espectacular de aves rapaces. Luego salió el concurso “Veamos”, que lo hacía la Subsecretaria de Cultura y el INCAA, para realización de proyectos audiovisuales orientado a niños y adolescentes, en ficción y documental. José Hernán (Sarasola) estaba en España haciendo un doctorado y empezamos a enviarnos los guiones y las correcciones. Salimos segundos y eso implicaba 3.000 pesos en premio. A nosotros nos alcanzó porque también conseguimos fondos privados, nos ayudó la CPE y la Subsecretaría de Ecología. Era en asociación con el CECARA, con fondos que ellos tenían para la investigación. Solos no lo podríamos haber hecho, se nos iba el dinero en combustible. Hice dos o tres viajes al oeste, hay mucho filmado con cámaras de fotos en versión video. Hay que estar horas y horas para dar con el bicho, porque es muy difícil de ver.
- ¿Lo tomaste como un desafío?
- Para mí era hacer algo muy desconocido, una manera de conocer el oeste de La Pampa, ahí hay diez mil historias para hacer, humanas, geográficas, biológicas, para hacer una serie de documentales que se llame “El Oeste”, con los ríos y lagunas.
- A mí me ha pasado algo con el Oeste, que creo es lo que les pasa a muchos. Cuando estás ahí hay una energía distinta y te hace sentir un poco más pampeano. ¿Te pasó?
- Algo de eso hay... no había estado nunca, salvo por la zona de Telén. En los viajes de la primaria o secundaria, como uno está en otra, no lo valorás. Hay que llegar a cierta maduración como para decir: “esto existe”. Pensaba en las tareas titánicas a las que se enfrentan los puesteros. Hacer un pozo para el agua, por ejemplo, es una cosa descomunal de días de trabajo; o que se rompió el eje de un camión en un guadal y lo tiene que sacar el tipo con alguien que lo ayude. Cualquier puestero del oeste. Son tareas descomunales que uno en la ciudad ni se imagina. Acá, a lo sumo, podés cambiar la rueda de un auto. Se rompió el caño para sacar agua dulce y hay que cambiarlo ¡imaginate ese esfuerzo! Además tienen que meterse en el monte, cuidar las vacas. Me di cuenta ahí, viéndolo y conociéndolo. Nunca lo había pensado.Matías me habla más a fondo del documental y de la idea de comercializarlo para poder hacer más copias y con ello multiplicar la difusión. Ya se aparta del proyecto en sí como video documental, pues lo que pretende hacer es docencia y despertar la conciencia ciudadana.Esos 16 minutos se vieron ya en escuelas de La Pampa, Buenos Aires, Neuquén, Río Negro, pero no alcanza. Tal vez la presentación el 9 de mayo en la Feria del Libro sea un disparador más. “Queremos hacer más copias, pero para eso necesitamos dinero. Nuestro propósito es la difusión de la especie y su situación”.
- Es un documental con un fuerte contenido de conciencia. ¿Hubo satisfacción por lo hecho sabiendo los límites de los medios con los que se hizo?
- Sí, claro. Porque realmente es difícil encontrar un águila de estas, porque está en peligro de extinción. Por eso tardamos dos años en hacer 16 minutos de video. Hay más imágenes también, pero para hacer un documental eran muy pocos segundos por secuencia. No teníamos cámaras con teleobjetivos, pero se lograron cosas muy buenas.
- ¿Cómo surgió la historia en el guión de incorporar a un chico?
- Como era orientado para chicos se nos ocurrió que un niño del oeste participe de la investigación. No sabíamos si estaría, pero apareció un chico que en el campo que cuida su papá en Paso de los Algarrobos encontró un nido donde había un pichón. Alguien le dijo que era el águila coronada, más allá de que el tenía algo de idea, que era un águila que silbaba y eso es lo bello que tiene, el grito agudo. Por eso se lo conoce como el águila que llora o el águila silbona. Encontramos al chico, que es Fernando Urquiza, que hoy está totalmente integrado y entusiasmado al equipo de investigación, que acaba de encontrar otro nido con pichón en el mes de marzo.
- Es un personaje de un pueblito pequeño, aislado, un personaje de historia del oeste pampeano.- Es un chico de ahí que va a la escuela hogar de Telén. Cuando no tiene clases se la pasa ayudándole al padre, su patio es un brazo del Río Salado, ahí se pone a nadar.
- El Salado, el chico... son imágenes que parecen salidas de otro lado. Mucha gente descree sobre las bellezas de La Pampa.- ¿Y el Atuel? La escuela de canotaje de Santa Rosa nos facilitó un bote, lo navegamos en julio del año pasado y estaba cristalino como un río de montaña de los Andes. Se veía el fondo. Hoy eso ya no está, está cortado. Nosotros queríamos registrar eso porque queda cerca del nido, es el entorno del águila, que haya o no río, afecta al águila.
- Dentro del trabajo de investigación, el equipo del CECARA logró conectarle un transmisor al pichón. ¿Se sabe qué ocurrió?
- Se podía seguir lo que ocurría con el pichón por Google Earth y ahora quedó clavado en un punto. Creemos que mataron al bicho, se murió o bien se salió el transmisor. Volaba dentro de La Pampa, para el lado de Santa Isabel, hacía unos treinta kilómetros. Eran todas líneas y lo normal era que fueran 8 kilómetros en distintas direcciones. Iba para el lado de Mendoza pero sin salir de La Pampa.
- ¿Cómo entendés la difusión del video? Porque además de ser un logro personal, hay una cuestión de difusión interesante.
- Me parece que lo que tiene de bueno y relevante, es que es una contribución directa a salvar una especie. Se está viendo en la difusión que hay un mensaje directo. Si logramos eso estamos re contra hechos. Cuando lo presentamos en la Escuela Hogar de Árbol Solo, donde había ido Fernando en la primaria, un hombre dijo: “Está bien, pero ¿qué hago cuando un águila me está comiendo un cordero?” Según dicen se les prende de arriba a los animales, lo inmoviliza con las garras y lo empieza a picotear hasta llegar al hígado. Entonces eso es, concientizar a los que pueden llegar a matar al águila. Luego el hombre dijo que esta cuestión de picotear se la había contado un abuelo cuando había cinco mil ovejas en un campo, es por eso que se cree que las mataban. Hoy ya no hay ovejas y tal vez eso contribuya a que la quieran matar, que haya un mito de que devora corderos, chivos, lo que sea. Lo cierto es que nadie vio un cordero levantado por un águila. ¿Es probable? Sí, lo podría hacer, pero no hay registro de que hubiese ocurrido acá en La Pampa. Me preocupa eso.
- Más allá de la difusión que puede salir de ustedes, hay una cuestión extra. Por ejemplo la participación de Juani De Pian con la canción “El águila que llora”. Cada vez que la presenta, es también un mensaje.
- El creó algo tan lindo y tan bello, selecto casi, que es hasta parte de su repertorio. Es algo especial y es así, cuando presenta el tema, habla del águila. Juani también está en la narración, porque nos costó encontrar una voz que nos conformara. Y él lo hace bastante bien. Tenía que ser un narrador con onda con los chicos, porque era un documental para chicos, no es un video científico. Es la información científica muy masticada. Tenía que ser un narrador que no fuera oficial, docente, beato, una voz joven y con onda. Esa era la idea y él lo hace bien.
- No parece haber muchas producciones documentales actuales. ¿Notás cierta preocupación como parte de esa población de trabajadores audiovisuales?
- En otra época me parece que había más movida audiovisual. No sé por qué será, porque ahora es más fácil, uno solo puede hacer un video documental medianamente de calidad, y lo editás en tu casa. Me parece que se hace más ficción, video arte. En documental no creo que haya una generación de repuesto. Hubo una reunión de audiovisualistas con Subsecretaría de Cultura, pero después no hubo más contactos. No sé a qué se debe, pero se cortó toda comunicación. Todos tenemos los mails de todos, yo llevé una propuesta de Canal 3, para pasar cortos pampeanos ya hechos, en donde al realizador le pagaban por mostrarlo una vez. Los comunicados están, pero no sé qué pasó, nadie se prendió.
- Tiene que ver con una decisión de las personas.
- Claro. Fijate que lo que aglutinó a los artistas pampeanos fueron las marchas contra Tierno. El CEPAP o COARTE no existían, el único lugar donde se volvieron a ver y encontrar, eran las marchas. ¿Y ahora? Era la oportunidad, tanto que cuesta reunirse, de luchar por algo. Por la Facultad de Artes por ejemplo. No sé, lo veo así.
- ¿Y ahora? Fue, digamos, tu primer documental con un trabajo prolongado, de casi dos años. ¿Cómo imaginás la continuidad de la historia?
- El antecedente de video que tenía era una cuestión pequeña con Marta Arangoa, pero hace mucho. Y este fue un trabajo más colectivo. Por ahora no hay nada, pero es así, todos quieren saber cómo sigue la historia del pichón. No sé si habrá otra historia. Tal vez la historia de Fernando dentro de un año, qué pasó con él en relación de su entorno. Como documental me gustaría hacer un montón, pero no tengo dinero e invito a quienes quieran poner plata y financiar un proyecto, je. Pero algo hay que hacer, el oeste no tiene desperdicio.
miércoles, 16 de abril de 2008
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